Instagram

miércoles, 17 de octubre de 2012

La herencia está enterrada en el Acrópolis (Graecia capta ferum victorem cepit et artis intulit in agresti Latio)



Hace dos días me enteré por Twitter de que existía una petición para intentar frenar la eliminación de las lenguas clásicas de los planes educativos y al día siguiente llegó a mi bandeja de entrada un correo de la Universidad para pedir que los estudiantes también la firmásemos. Aquí está el enlace: http://www.change.org/es/peticiones/mariano-rajoy-presidente-del-gobierno-que-se-asegure-la-presencia-de-las-lenguas-cl%C3%A1sicas-en-la-lomce#share

Esto hizo que me acordara (aún más de lo que lo hago) de los años que estudié griego y latín. Como un arqueólogo me acerqué a las lenguas clásicas con la certeza de que bajo sus cimentos residía un auténtico tesoro. Estudiarlas durante mis años de enseñanza secundaria significó reconstruir una torre de Babel a la que, aún estando a nuestros pies, nadie miraba. No solo fue importante por las implicaciones que tanto el griego como el latín tienen en la lengua que hablo, sino especialmente porque  se trataba de culturas milenarias, odas a la inteligencia, a la reflexión y al diálogo (especialmente en el caso del griego). La griega era la civilización de Sófocles, Sócrates y Platón: además del conocimiento, nos dieron el amor por él; la latina, la lengua de Catulo y Horacio, de los grandes historiadores y la oratoria. 

Hoy Grecia cae y España (además de caer) olvida el legado que la primera ha dejado en nosotros. Tal vez sea porque ese conocimiento sea peligroso y nos haga defendernos de esta situación con otras armas que lejos están de los que ellos usan. Con esa censura impecable vuelven a convertirnos en el "agreste Lacio".



Foto de paristavitian


No hay comentarios:

Publicar un comentario